La zona de exclusión de Chernóbil —que desde 1986 carga con una de las peores crisis nucleares de la historia— vuelve a encender alarmas. De acuerdo con un informe reciente de Naciones Unidas, el escudo que cubre el reactor número 4 ya no está conteniendo la radiación como debería, después de un ataque con drones registrado en las últimas semanas.
Lo que durante casi una década se consideró una barrera segura ahora enfrenta daños que comprometen su capacidad para aislar toneladas de material nuclear todavía activo en el interior.
Qué fue lo que detectó la ONU
El reporte, presentado por especialistas del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), explica que el impacto de los drones ocurrió en estructuras externas del Nuevo Sarcófago Seguro, una megaobra instalada en 2016 para sellar la radiación.
Aunque no se registró una explosión interna, el golpe dañó componentes clave del sistema de contención, provocando fugas de partículas radiactivas que antes estaban completamente controladas.
Los sensores instalados alrededor del recinto también detectaron ligeros aumentos en los niveles de radiación ambiental, lo que confirma que la protección ya no tiene la hermeticidad necesaria.
Por qué esto es tan grave
Chernóbil no es solo un recuerdo del pasado: sigue siendo una bomba química y nuclear que requiere vigilancia constante.
El deterioro del escudo significa que:
- El material radiactivo podría filtrarse más rápido al ambiente.
- Los equipos de monitoreo necesitarán reforzar trabajos de emergencia.
- El ecosistema cercano, ya vulnerable, corre riesgo de exposición prolongada.
Y aunque la fuga todavía no representa un peligro inmediato a nivel internacional, los especialistas señalan que cualquier afectación al sarcófago puede escalar, dependiendo de la magnitud del daño y si ocurren nuevos ataques.
Tensión en la zona del conflicto
Este episodio también revive la preocupación por la militarización de territorios que no deberían estar involucrados en ningún tipo de confrontación. La ONU reiteró que Chernóbil no puede convertirse en un punto estratégico de guerra, pues un incidente mayor podría generar una crisis ambiental sin precedentes.
Por ahora, los equipos del OIEA ya solicitaron acceso para revisar el daño directamente, mientras gobiernos europeos presionan para declarar el sitio como “zona de protección absoluta” frente a cualquier tipo de ataque militar.
Qué sigue
Los próximos días serán decisivos. Si el daño resulta estructural, podría requerirse una reparación internacional coordinada —algo extremadamente costoso y complejo— para reforzar el escudo y evitar una nueva emergencia nuclear.
Mientras tanto, la comunidad científica insiste en que el mundo debe mantenerse atento: Chernóbil sigue vivo, y cada alteración en su estabilidad cambia la conversación sobre seguridad global.
